lunes, 18 de febrero de 2013

Algunas ideas sobre la pobreza en el mundo


En octubre de 2000 dirigentes de la mayoría de los países del mundo firmaron un acuerdo para que los millones de personas que en nuestro mundo viven en la pobreza consiguieran una vida digna. El primero de los objetivos del acuerdo era “erradicar a pobreza extrema y el hambre”. Con la firma de este objetivo, los gobiernos adquirieron el compromiso de alcanzar dos metas; en primer lugar, reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, el porcentaje de personas con ingresos inferiores a un dólar, y en segundo lugar, reducir a la mitad, en el mismo periodo, el porcentaje de personas que padecen hambre.

Sin embargo este objetivo parece cada día más lejos de poder alcanzarse. ¿Por qué los gobiernos no se ocupan de la población pobre, o al menos no lo hacen suficientemente si ello es posible? Se trata de una pregunta muy pertinente, a juzgar por las enormes cifras de pobreza que todavía muestra el mundo. Un mundo que, con su nivel de riqueza y desarrollo, podría  colmar sobradamente las ansias de todos sus habitantes de llevar una vida digna y donde, además,  mil doscientos millones de personas sufren aún una pobreza severa, y quedan lejos de cubrir siquiera sus necesidades más elementales.

En estos momentos, existe una tecnología y una capacidad productiva de alimentos más que suficiente para abastecer a toda la humanidad; el verdadero problema radica, más que en la producción, en el acceso y distribución de la riqueza, de los recursos, de los mercados y de los conocimientos. Y el sector agrícola es clave para reducir el hambre y la pobreza extrema.

 Entonces SÍ es posible erradicar la pobreza si se quiere. A quienes les cuesta más prestar su apoyo y esfuerzo sólo por razones éticas, habrá que recordarles que la superación de la pobreza se necesita también para la consecución de no pocos bienes públicos que beneficiarían, y mucho, a los no pobres: la paz, la salud para todos, la calidad medioambiental, la seguridad humana… se tornan inalcanzables ante situaciones de grave desigualdad.

Defendemos desde aquí que la resolución de los grandes problemas mundiales (conflictos, inseguridad humana, inestabilidad económica, deterioro medioambiental, epidemias y enfermedades, migraciones fuera de control…) pasa ineludiblemente por el desarrollo y reducción drástica de la pobreza. El mensaje principal que debemos lanzar y anunciar es que otro mundo es deseable y alcanzable. Otro mundo es posible.

Podemos pensar que nosotros podemos hacer poco por la erradicación de la pobreza, más allá de alguna colaboración o algún donativo que nos pidan, que eso es cosa de los gobiernos. Sin embargo, nuestra responsabilidad, la de la sociedad civil, es básica, al ser uno de los pocos contrapesos existentes. Sin la presión ejercida por la sociedad serían impensables avances en la construcción de un mundo mejor como los que se han ido logrando en los últimos años: la prohibición de las minas antipersonas, las medidas de alivio de la deuda externa para los países con elevadas deudas o el acuerdo que permite la producción de medicamentos genéricos para combatir algunas enfermedades en los países del sur en caso de emergencia sanitaria. Se trata de pequeños logros, insuficientes todavía, pero que nos recuerdan que el mundo se puede cambiar y que marcan un camino.
 
 

jueves, 7 de febrero de 2013

lunes, 29 de agosto de 2011

Los porqués del hambre

Tomado de http://www.cristianismeijusticia.net/bloc/?p=5488&lang=es&lang=ca

Veus. Esther Vivas. El País. Vivimos en un mundo de abundancia. Hoy se produce comida para 12.000 millones de personas, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), cuando en el planeta habitan 7.000. Comida, hay. Entonces, ¿por qué una de cada siete personas en el mundo pasa hambre?


La emergencia alimentaria que afecta a más de 10 millones de personas en el Cuerno de África ha vuelto a poner de actualidad la fatalidad de una catástrofe que no tiene nada de natural. Sequías, inundaciones, conflictos bélicos… contribuyen a agudizar una situación de extrema vulnerabilidad alimentaria, pero no son los únicos factores que la explican.

La situación de hambruna en el Cuerno de África no es novedad. Somalia vive una situación de inseguridad alimentaria desde hace 20 años. Y, periódicamente, los medios de comunicación remueven nuestros confortables sofás y nos recuerdan el impacto dramático del hambre en el mundo. En 1984, casi un millón de personas muertas en Etiopía; en 1992, 300.000 somalíes fallecieron a causa del hambre; en 2005, casi cinco millones de personas al borde de la muerte en Malaui, por solo citar algunos casos.

El hambre no es una fatalidad inevitable que afecta a determinados países. Las causas del hambre son políticas. ¿Quiénes controlan los recursos naturales (tierra, agua, semillas) que permiten la producción de comida? ¿A quiénes benefician las políticas agrícolas y alimentarias? Hoy, los alimentos se han convertido en una mercancía y su función principal, alimentarnos, ha quedado en un segundo plano.

Se señala a la sequía, con la consiguiente pérdida de cosechas y ganado, como uno de los principales desencadenantes de la hambruna en el Cuerno de África, pero ¿cómo se explica que países como Estados Unidos o Australia, que sufren periódicamente sequías severas, no padezcan hambrunas extremas? Evidentemente, los fenómenos meteorológicos pueden agravar los problemas alimentarios, pero no bastan para explicar las causas del hambre. En lo que respecta a la producción de alimentos, el control de los recursos naturales es clave para entender quién y para qué se produce.

En muchos países del Cuerno de África, el acceso a la tierra es un bien escaso. La compra masiva de suelo fértil por parte de inversores extranjeros (agroindustria, Gobiernos, fondos especulativos…) ha provocado la expulsión de miles de campesinos de sus tierras, disminuyendo la capacidad de estos países para autoabastecerse. Así, mientras el Programa Mundial de Alimentos intenta dar de comer a millones de refugiados en Sudán, se da la paradoja de que Gobiernos extranjeros (Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Corea…) les compran tierras para producir y exportar alimentos para sus poblaciones.

Asimismo, hay que recordar que Somalia, a pesar de las sequías recurrentes, fue un país autosuficiente en la producción de alimentos hasta finales de los años setenta. Su soberanía alimentaria fue arrebatada en décadas posteriores. A partir de los años ochenta, las políticas impuestas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial para que el país pagara su deuda con el Club de París, forzaron la aplicación de un conjunto de medidas de ajuste. En lo que se refiere a la agricultura, estas implicaron una política de liberalización comercial y apertura de sus mercados, permitiendo la entrada masiva de productos subvencionados, como el arroz y el trigo, de multinacionales agroindustriales norteamericanas y europeas, quienes empezaron a vender sus productos por debajo de su precio de coste y haciendo la competencia desleal a los productores autóctonos. Las devaluaciones periódicas de la moneda somalí generaron también el alza del precio de los insumos y el fomento de una política de monocultivos para la exportación forzó, paulatinamente, al abandono del campo. Historias parecidas se dieron no solo en países de África, sino también en América Latina y Asia.

La subida del precio de cereales básicos es otro de los elementos señalados como detonante de las hambrunas en el Cuerno de África. En Somalia, el precio del maíz y el sorgo rojo aumentó un 106% y un 180% respectivamente en tan solo un año. En Etiopía, el coste del trigo subió un 85% con relación al año anterior. Y en Kenia, el maíz alcanzó un valor 55% superior al de 2010. Un alza que ha convertido a estos alimentos en inaccesibles. Pero, ¿cuáles son las razones de la escalada de los precios? Varios indicios apuntan a la especulación financiera con las materias primas alimentarias como una de las causas principales.

El precio de los alimentos se determina en las Bolsas de valores, la más importante de las cuales, a nivel mundial, es la de Chicago, mientras que en Europa los alimentos se comercializan en las Bolsas de futuros de Londres, París, Ámsterdam y Fráncfort. Pero, hoy día, la mayor parte de la compra y venta de estas mercancías no corresponde a intercambios comerciales reales. Se calcula que, en palabras de Mike Masters, delhedge fund Masters Capital Management, un 75% de la inversión financiera en el sector agrícola es de carácter especulativo. Se compran y venden materias primas con el objetivo de especular y hacer negocio, repercutiendo finalmente en un aumento del precio de la comida en el consumidor final. Los mismos bancos, fondos de alto riesgo, compañías de seguros, que causaron la crisis de las hipotecas subprime, son quienes hoy especulan con la comida, aprovechándose de unos mercados globales profundamente desregularizados y altamente rentables.

La crisis alimentaria a escala global y la hambruna en el Cuerno de África en particular son resultado de la globalización alimentaria al servicio de los intereses privados. La cadena de producción, distribución y consumo de alimentos está en manos de unas pocas multinacionales que anteponen sus intereses particulares a las necesidades colectivas y que a lo largo de las últimas décadas han erosionado, con el apoyo de las instituciones financieras internacionales, la capacidad de los Estados del sur para decidir sobre sus políticas agrícolas y alimentarias.

Volviendo al principio, ¿por qué hay hambre en un mundo de abundancia? La producción de alimentos se ha multiplicado por tres desde los años sesenta, mientras que la población mundial tan solo se ha duplicado desde entonces. No nos enfrentamos a un problema de producción de comida, sino a un problema de acceso. Como señalaba el relator de la ONU para el derecho a la alimentación, Olivier de Schutter, en una entrevista a EL PAÍS: “El hambre es un problema político. Es una cuestión de justicia social y políticas de redistribución”.

Si queremos acabar con el hambre en el mundo es urgente apostar por otras políticas agrícolas y alimentarias que coloquen en su centro a las personas, a sus necesidades, a aquellos que trabajan la tierra y al ecosistema. Apostar por lo que el movimiento internacional de La Vía Campesina llama la “soberanía alimentaria”, y recuperar la capacidad de decidir sobre aquello que comemos. Tomando prestado uno de los lemas más conocidos del Movimiento 15-M, es necesaria una “democracia real, ya” en la agricultura y la alimentación.

martes, 2 de agosto de 2011

Derechos de la infancia llegan a paso de tortuga

Por Edgardo Ayala

SAN SALVADOR, ago (IPS) - La ausencia de presupuesto y de voluntad política, según activistas, impiden en El Salvador cumplir a cabalidad con lo establecido en la nueva Ley de Protección Integral de la Niñez y la Adolescencia, largamente reclamada.


En este país, sólo 57 por ciento de los niños en el segmento de cuatro a seis años reciben educación pre-primaria. Además, uno de cada cinco menores de cinco años sufre de baja talla, mientras que la prevalencia de la anemia aumentó tres puntos porcentuales en el último quinquenio, según el estudio "Niñez en El Salvador, estado actual y perspectivas".

Esta investigación, publicada en 2009 por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Save the Children y la organización Plan, indica que en 2008 se reportaron 11.291 casos de violencia intrafamiliar y agresión sexual, 23,7 por ciento más que los presentados en 2006.

lunes, 1 de agosto de 2011

SOMALIA: "Llevé a mi hijo muerto pensando que dormía"

Por Abdurrahman Warsameh


MOGADISCIO, jul (IPS) - Cuando el Programa Mundial de Alimentos (PMA) envió esta semana la primera parte de un paquete de ayuda a Somalia, ya era demasiado tarde para Farah, el hijo de dos años de Qadija Ali.


Murió en los brazos de su madre durante el viaje de 16 días que ella y sus otros ocho hijos hicieron hasta Mogadiscio desde una aldea azotada por la sequía en el distrito de Wanlaweyn, en la sureña región de Baja Shabelle.

"Lo llevé todo el día muerto, y yo pensé que sólo estaba dormido. No teníamos nada para darle, ni agua ni comida por tres días", dijo conmovida a IPS en el campamento de Badbado, en las afueras de la capital somalí.

La familia de Ali llegó a tener 50 cabezas de ganado, 20 cabras y cinco camellos antes del comienzo de la sequía en el sur de Somalia hace dos años. Era una de las familias más ricas en la región.

"Comenzó como una escasez de agua en las primeras temporadas, y luego no hubo más lluvia. El pasto se secó, los pozos y ríos también. Nuestros animales comenzaron a morir uno tras otro y no había pasturas ni agua para ellos", contó esta mujer mientras cargaba a otro de sus hijos, débil y desnutrido.

El campamento de Badbado, que en somalí significa "rescate", es el mayor asentamiento de la capital para los desplazados por la sequía. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) informó que actualmente el sitio alberga a unas 28.000 personas, aproximadamente 5.000 familias.

Pero Ali no tiene a todos sus seres queridos en el campamento. Su esposo quedó en la aldea para cuidar las pocas pertenencias que les quedaban, mientras ella y sus hijos viajaban junto a otras cientos de familias para escapar del hambre y buscar ayuda. Ella no ha sabido nada más de él.

En tanto, la asistencia ha llega muy tarde para algunos.

Muchos niños y niñas arriban al campamento demasiado débiles y desnutridos como para poder ser salvados por los médicos. Algunos han pasado varios días sin alimentos ni agua.

La mayoría tienen un físico muy pequeño para su edad: los de tres años tienen la estatura de un niño de uno.

"Llegan aquí exhaustos y muy débiles por el hambre. Dos o tres niños y adultos mueren cada semana en Mogadiscio, pero no hay estadísticas exactas, ya que los campamentos están ubicados en diversos lugares de la ciudad" y es difícil reunir la información, dijo a IPS Muna Igeh, enfermera en Badbado, mientras atendía a uno de los pequeños desnutridos.

Daahir Gabow, padre de siete hijos, tuvo que ver sucumbir a dos de sus pequeños por desnutrición poco después de haber llegado a Mogadiscio.

Dijo que los médicos y las enfermeras en el Hospital Bandair, uno de los principales centros de salud de Mogadiscio, hicieron todo lo posible para salvar la vida de su hija, pero "el destino hizo lo suyo".

Gabow señaló que él y su familia intentaron afrontar la sequía, pero fue inútil.

"Quisimos capear la sequía como lo habíamos hecho en otras ocasiones, pero nuestro ganado no pudo sobrevivir. Muchos de nuestros vecinos comenzaron a irse luego de perder su ganado, así que entendimos que era tiempo de partir", contó Gabow mientras se preparaba para el entierro de su pequeña.

"Caminamos durante 21 días. Comimos y bebimos lo que pudimos hallar, y dormimos donde nos encontrábamos cuando el sol se ponía. Esto nunca lo había visto, ni mi padre me contó jamás que le hubiera pasado a él. Son momentos de prueba, así que debemos ser pacientes y fuertes", señaló.

Elhadji As Sy, director regional del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) para África oriental y austral, indicó que el hambre suponía una "crisis de supervivencia para los niños".

Somalia es el país más afectado por una severa sequía que azota al Cuerno de África y que ha dejado a unas 11 millones de personas en urgente necesidad de ayuda humanitaria.

Kenia, Etiopía y Djibouti también afrontan una crisis, considerada la peor en 60 años.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que un total de 2,23 millones de niños y niñas en Somalia, Kenia y Etiopía sufren desnutrición. El foro mundial informó haber enviado 1.300 toneladas métricas de suministros al sur somalí, incluyendo insumos médicos para atender a 66.000 menores con déficit alimentario.

Mientras, los habitantes del sur somalí siguen abandonando sus hogares. La ONU señaló que por lo menos 100.000 desplazados han llegado a Mogadiscio, de los cuales unos 40.000 lo hicieron apenas el mes pasado.

"Durante el último mes, las cifras de Acnur muestran que casi 40.000 somalíes desplazados por la sequía y el hambre han arribado a Mogadiscio en busca de comida, agua, refugio y otro tipo de asistencia", dijo el martes Vivian Tan, portavoz de la agencia.

La ONU estima que el número crece, con un promedio de llegadas diarias de 1.000 personas en julio.

Organizaciones no gubernamentales locales están proveyendo también asistencia humanitaria, pero los residentes dicen que ésta es limitada.

El PMA comenzó el 27 de este mes a enviar ayuda por aire a Mogadiscio por primera vez desde que el grupo extremista islámico Al Shabaab prohibió a todas las organizaciones internacionales operar en las regiones que controla.

La agencia destinó 14 toneladas de suplementos alimenticios para niños desnutridos en los campamentos de Mogadiscio.

David Orr, portavoz de Acnur, dijo a periodistas en la capital somalí que más ayuda llegaría en los próximos días.

martes, 26 de julio de 2011

Crisis alimentaria en Somalia

La sequía que sufre el Cuerno de África está gestando un desastre humanitario de espetaculares dimensiones. (...)
Y es que esta zona lleva sufriendo una pertinaz sequía durante los dos últimos años, que muchos han estimado ya como la peor desde 1951. Los países más afectados por sus devastadoras consecuencias son, por el momento, Somalia, Kenia, Djibuti y Etiopía. Dentro de sus fronteras, sus habitantes están sufriendo unos niveles de desnutrición, sobre todo en Somalia, hasta seis veces lo que la ONU considera ya una emergencia. De hecho, hasta la fecha más de 400 somalíes han perdido la vida por enfermedades relacionadas con la malnutrición en los últimos meses.
De los más de 11 millones de personas que se encuentran en serio riesgo de muerte por este motivo, más de dos millones son niños. Menores de cinco años que se encuentran gravemente desnutridos y muchos de los cuales requieren, según ha alertado Unicef, una atención urgente por riesgo serio de fallecimiento.
Ante este aterrador panorama, son miles las familias que están huyendo de sus casas en busca de algo de esperanza. Así, el número de refugiados, sobre todo precedentes de Somalia, no para de aumentar.(...)
Los campos de refugiados no paran de acoger a nuevas personas que llegan cada día en condiciones alarmantes de desnutrición. La capacidad de la mayor parte de ellos hace meses que sobrepasó los límites para los que fueron construidos. Uno de los principales, el de Dabaad (situado en Kenia y que es uno de los más grandes del mundo) acoge cada día alrededor de 2.000 nuevas personas. Preparado para 90.000, en la actualidad rebasa los 380.000 habitantes.
(www.jrs.net, 13/07/2011)
Causas
La actual crisis es la consecuencia de tres problemas entrelazados que se han solapado: la sequía por el clima etremo; la falta de un gobierno que funciones; y la incapacidad de las agencias de ayuda de entrar en el centro y sur de Somalia, controlado por las milicias de al-Shabab. Esto, añadido al aumento del precio de los alimentos en toda la región, está afectando a las poblaciones ya vulnerables con pérdidas devastadoras.
(www.jrs.net, 26/07/2011)